Los celos que enferman
Los celos, un sentimiento tan natural como el amor, a veces invaden a un individuo de tal manera que producen catástrofes insoportables: esos celos pueden llegar a destruir el amor o a sus protagonistas. Sigmund Freud plantea en un estudio escrito en 1922, que hay tres niveles de celos.
De esto platicaremos hoy en nuestro programa… no te lo pierdas. Para escucharlo as click aquí (Espera unos 3 minutos porque llegamos tarde ese día por la lluvia!!!)
Sobre los celos normales poco se puede decir, se componen esencialmente de la tristeza y el dolor por el objeto que se cree perdido. Existe una actitud emotiva caracterizada por la envidia dirigida hacia otro individuo, siendo causa especifica de esta emoción, la relación intima de ese individuo con un tercero.
Los celos de segundo grado nacen, tanto en el hombre como en la mujer, son celos proyectados de las propias infidelidades del sujeto o del impulso de cometerlas: relegado por la represión. Los celos de tercer grado son los “propiamente delirantes”, requieren de un tratamiento terapéutico.
Este tipo de celos son denominados Celotipia que es una pasión obsesionante de los celos: es una forma particular de la actividad delirante en el que el temor de una infidelidad por parte de la pareja o del cónyuge perturba la marcha normal del pensamiento del sujeto, que cae en una serie de equivocaciones de juicio y adquiere el falso convencimiento de ser engañado.
No hay nada que escape a lo social, en situaciones de profunda crisis, los sentimientos de celos se agudizan. Inseguridad personal, inseguridad frente a la realidad social, son elementos que se entrelazan, se potencian: sentimientos que en las relaciones intimas encuentran un lugar para descargarse. A veces se transforman en un difícil equilibrio y otras veces disparan hacia otras expresiones de conflicto, como los celos y la violencia.
En toda enfermedad de celos se produce una especie de paranoia. El paranoico es una persona que por definición jamás se equivoca (según él), pues su percepción distorsionada de las cosas se las hace percibir así, deformadas, y nada ni nadie podrá convencerle de lo contrario. Esa percepción consiste en una fijación de determinadas ideas o de un orden de ideas, que quedan como ancladas en lo profundo de su personalidad, y nada las remueve de ahí. Todo lo que el sujeto perciba pasará por el filtro de esa curiosa fijación cognitiva, y quedará coloreado de sus distorsiones peculiares. Si él/ella está persuadido de que su pareja le quiere engañar, no habrá modo de convencerle de lo contrario: todo lo que suceda lo interpretará de forma que se convenza más y más de que está en lo cierto, y de que su sospecha de infidelidad se confirma a cada momento. Todo sirve de prueba que pone en evidencia el engaño de que es víctima.
Es muy difícil que una pareja, donde una de las partes se siente acosada por los ataques de celos, pueda salir por sí misma de esa situación. La vida entre esas personas se hace a tal punto insoportable que o bien terminarán la relación, o bien han de someterse a terapia para poder hacer frente al problema. Si la víctima de los celos cede a las exigencias del celoso, la situación empeora, pues las obsesiones de este son inagotables, se suceden una tras otra, y cada vez será más intransigente en sus exigencias. Así, si la víctima ha cedido, y deja de salir a tal lugar, o ya no llama a nadie por teléfono o no recibe llamadas, o deja de vestir tal ropa, esto, lejos de tranquilizar al celoso, le hace más paranoico todavía: ahora tendrá celos hasta de lo que el otro está pensando. Ceder a las exigencias del celoso es caer en una espiral que no termina nunca.
Dependencia afectiva y falta de autonomía. En el fondo de sí mismo, el celoso esconde una personalidad débil, dependiente, insegura, carente de autonomía. Es un pequeño niño que no soporta la idea del abandono, la idea de que le dejen solo. Y su autoestima es tan baja que siente (quizá en forma inconsciente) que cualquier otra persona le puede arrebatar su tesoro, pues cualquier rival vale más que él/ella. Todas las personas que aparezcan en su entorno, y que reúnan ciertas características (edad, valía personal, etc.), se le antojarán al celoso como candidatos a la rivalidad por el mismo trofeo. Piensa que los demás son ladrones en potencia que vienen a él con las pérfidas intenciones de robarle su amor. Esa misma inseguridad hace que el celoso se agarre al objeto de su amor con dientes y muelas, como un niño en edad de transición se agarra a su osito peluche y no lo suelta ni para dormir.
Por eso el celoso es una persona muy posesiva, que quiere disponer de su pareja como si fuera objeto – cosa de su propiedad privada; no quiere que se le escape, lo tiene siempre a la vista, y lo vigila como si se tratara de una mascota enjaulada. Hay ahí una dependencia afectiva muy profunda: el celoso no se imagina solo; necesita del otro para vivir, y de tal manera esta necesidad se le hace aguda que la idea del abandono o de verse en soledad llega a convertirse para él en una pesadilla obsesiva que no le deja vivir. ¿Y por qué teme que pueda alguien arrebatarle su amor? Por su propia inseguridad, porque se valora poco, porque es bajo su nivel de autoestima. Una persona que creyera en sí misma y en su propio valer no tendría estos problemas; pero el celoso teme que pueda aparecer cualquier rival porque se considera a sí mismo como alguien que no está a la altura de las circunstancias, a la altura de lo que la persona amada merece, y por eso teme que pueda aparecer otro con más méritos y se posesione de su propiedad privada.
Los estudios que se han realizado en este terreno prueban que el de los celos es un sentimiento que existe por igual tanto en hombres como en mujeres. Si hay algún cambio, este se produciría más en la forma de manifestarse en uno y otro sexo, que en la frecuencia e intensidad misma de los celos. Efectivamente, por lo que hasta ahora sabemos, se puede afirmar que la forma de reaccionar en el caso de celos, es en general distinta en hombres y en mujeres. En forma que puede parecer un poco simplista, podríamos afirmar que al ser atacados por los celos, los hombres se enfadan (actitudes agresivas), las mujeres se deprimen. Los celos se suelen manifestar mediante un comportamiento histérico y depresivo (amenazas de suicidio), mientras que los hombres reaccionan a través de síntomas paranoicos y obsesivos, lo cual hace que en ellos sea más difícil la cura que en las mujeres.
En toda enfermedad de celos se produce una especie de paranoia. El paranoico es una persona que por definición jamás se equivoca (según él), pues su percepción distorsionada de las cosas se las hace percibir así, deformadas, y nada ni nadie podrá convencerle de lo contrario. Esa percepción consiste en una fijación de determinadas ideas o de un orden de ideas, que quedan como ancladas en lo profundo de su personalidad, y nada las remueve de ahí. Todo lo que el sujeto perciba pasara por el filtro de esa curiosa fijación cognitiva, y quedara coloreado de sus distorsiones peculiares. Si él, o ella está persuadido de que su pareja le quiere engañar, no habrá modo de convencerle de lo contrario: todo lo que suceda lo interpretara dé forma que se convenza más y más de que esta en lo cierto, y de que su sospecha de infidelidad se confirma a cada momento. Todo sirve de prueba que pone en evidencia el engaño de que es víctima.
Ahora bien, Freud había planteado que lo que puede ser inconsciente en un fenómeno psíquico es la representación ideática, pero el afecto es algo que uno experimenta, que uno siente necesariamente ligado a la conciencia. Por eso el tema se vuelve más complejo cuando se refiere a los sentimientos inconscientes. ¿Cómo es posible que un sentimiento, un afecto, que es algo claramente vivencial por definición, sea inconsciente? Tal como indica Laplanche (1981) en su estudio de la obra freudiana, el inconsciente es lo que afecta, la conciencia es lo afectado.
Al final, queda la pregunta:
¿Qué factores psicológicos intervienen para que se dé la celotipia en una pareja que inicia una relación?
Esto es el punto que debemos considerar en la relación de pareja para atenderlo, solucionarlo y vivir con libertad…
Escúchanos, te va a interesar.