Homosexualidad

Introducción

En 1974, la homosexualidad dejó de ser una categoría diagnóstica de la American Psychiatric Association y se eliminó de sus sistemas de clasificación (DSM). Este hecho fue el resultado de aceptar la convicción de que dicha condición supone un estilo de vida alternativo, mas que un trastorno psicopatológico y que se da con bastante regularidad como una variante de la sexualidad humana. Un criterio diagnóstico de “homosexualidad egodistónica” fue entonces propuesto para referirse a los individuos que presentaban malestar, ocasionado por su orientación sexual. Sin embargo, este término también fue abandonado por considerarse que dicho malestar era ocasionado por la desaprobación social, mas que tratarse de una situación intrínseca a la orientación sexual.Aún se desconoce si las orientaciones sexuales están asociadas o nó a trastornos mentales o físicos en forma específica, aunque Pillard encontró un incremento de los trastornos afectivos en una muestra de hombres gay. David Hawkins escribió: “la presencia de la homosexualidad no parece ser una cuestión de elección; la expresión de la homosexualidad es una cuestión de elección”.

La persona homosexual puede ser definida como aquélla que está motivada en la vida adulta por una atracción erótica preferencial hacia miembros del mismo sexo. Hawkins refiere que los términos “gay” y “lesbiana” reflejan el hecho de que una persona posee sentido de formar parte de un grupo social de categoría similar.

La orientación sexual puede ser definida como la atracción erótica primordial hacia los miembros del mismo sexo, del sexo contrario o ambos simultáneamente-homosexual, heterosexual o bisexual, respectivamente. El interés en la orientación sexual es muy antiguo, sin embargo muchos puntos quedan sin resolver. Uno de ellos es la clasificación. La mayoría utilizan los 7 puntos de la escala de Kinsey (Cuadro 1). Otra clasificación ha sugerido los términos “homosexual facultativo”para las personas pertenecientes a los grados 1 y 2 de la escala; “bisexual”, para los clasificados en 3 y 4 y “homosexuales obligados” para los pertenecientes a los rangos 5 y 6. Shively y De Cecco en 1977, difundieron las nociones implícitas en la escala de Kinsey, y adaptando las revisiones de masculinidad y femineidad de Bem (1974), propusieron conceptualizar la orientación sexual, separada en cada una de sus tres dimensiones: comportamiento, interrelación personal y fantasía, por medio de la utilización de un plano cartesiano de dos ejes contínuos y perpendiculares:homosexualidad y heterosexualidad. Esta propuesta, segùn Izazola, tiene la ventaja, de individualizar taxonómicamente a personas que bajo la escala de Kinsey, no serían diferenciadas.

Kinsey asemeja la orientación sexual a un fluído contínuo: en un extremo la heterosexualidad, en el otro, la homosexualidad. La ubicación de un individuo en particular dependerá del número de relaciones que haya tenido con personas de uno u otro sexo. Kinsey utiliza 7 puntos pues piensa que existen individuos cuyos deseos homo-heterosexuales pueden oscilar durante durante su vida.

También la conducta sexual puede ser incongruente respecto al deseo sexual, así, los individuos con fantasías eróticas hacia su mismo sexo suelen comprometerse en actividades heterosexuales (como mantener un matrimonio), mientras personas con deseos heterosexuales pueden involucrarse en actividad homosexual (ejemplos, por dinero o, cuando un miembro del sexo opuesto no esté disponible). Por tanto, cuando se investiga la historia sexual se debe indagar sobre conductas y fantasías eróticas en diferentes etapas de la vida (como la adolescencia ) a fin de conocer las variaciones en su orientación sexual.

Epidemiología
La actividades homosexuales de todo tipo probablemente se dan en casi todas las sociedades, pero las actitudes de cada una de ellas ante tales prácticas varía extraordinariamente. En un estudio de 76 sociedades distintas, Ford y Beach en 1952 reportaron que, en el 64% las actividades homosexuales eran consideradas normales y socialmente aceptables, al menos para determinados miembros de la colectividad. Estas diferentes actitudes sociales hacia la conducta homosexual, hacen el estudio científico de su prevalencia sumamente difícil. Otra complicación surge del hecho de que los diferentes investigadores utilizan a veces definiciones de la homosexualidad muy discrepantes, que van desde el juego exploratorio del adolescente, a prácticas institucionalizadas, que pueden deformar la incidencia real de prácticas homoeróticas entre los adultos.

El primer estudio sistemático sobre la incidencia de la homosexualidad fue realizado por Kinsey en 1948. Esta basado en las historias sexuales reportadas durante los años 30’s y 40’s por mas de 12,000 hombres y mujeres estadounidenses. Hallazgos de importancia fueron que el 10% de los hombres podían considerarse homosexuales; el 37% de la población masculina había tenido alguna experiencia homosexual hasta alcanzar el orgasmo; el 18% tuvo una experiencia homosexual intensa y estable entre los 18 y 55 años de edad; el 13% tuvieron, en el mismo periodo, mas experiencias homosexuales que heterosexuales, durante por lo menos 3 años. Aproximadamente la mitad de los prepúberes habían tenido alguna experiencia sexual con compañeros del mismo sexo. No obstante, ésta solía ser exploradora si era compartida con un compañero y no con un adulto y habitualmente carecía de un componente afectivo importante.

En 1953 aparece el reporte Kinsey sobre la conducta sexual de la mujer. La homosexualidad fue de un 5%. De un 11 a un 20% de las mujeres solteras entre los 20 y 35 años habían tenido relaciones sexuales con otras mujeres . El 3% al 8% de las solteras y 1% de las casadas refierieron mas experiencias homosexuales que heterosexuales.

Desde 1948, numerosos estudios han revisado estas cifras: en 1972, un colega de Kinsey, Gebhard, concluyó que solamente el 4% de los varones blancos, con educación universitaria eran predominantemente homosexuales y las mujeres en un 1% a 2%. Otras encuestas han sido reportadas por Seidman y Reider, pero se dificulta la comparación de los datos pues los cuestionarios tenían diferentes preguntas. Remafedi y cols recolectaron datos de salud incluyendo preguntas sobre la atracción sexual de 34,706 estudiantes de secundaria y preparatoria. Entre los estudiantes de 16 a 18 años, casi el 5% reportaron “atracción predominantemente homosexual”. Un estudio de 1988, llevado a cabo por el US Bureau of the Census, concluyó que la prevalencia de la homosexualidad masculina era de 2% a 3%. Otro estudio realizado en 1989 en la Universidad de Chicago, encontró que menos de un 1% de toda la población de ambos sexos era exclusivamente homosexual. En 1993, el Instituto Allan Guttmacher señaló que el porcentaje de hombres que afirmaban haber tenido únicamente relaciones homosexuales durante el año anterior era de un 1%, y que un 2% refería haberlas tenido alguna vez en la vida.

En las mujeres, la atracción por personas del mismo sexo suele iniciarse en la preadolescencia. No obstante la concientización ocurre a finales de la adolescencia, o a principios de la edad adulta. Mas mujeres homosexuales que hombres han tenido experiencias heterosexuales, al tiempo que iniciaban las homosexuales. En un estudio el 56% de una muestra de mujeres lesbianas habían tenido relaciones heterosexuales antes de su primera experiencia homosexual, mientras que sólo el 19% de la muestra de hombres las había tenido. Cerca del 40% de estas mujeres había tenido relaciones heterosexuales durante el año que precedió al estudio.

Parece ser que la incidencia total de la orientación predominantemente homosexual ha cambiado poco, no habiéndose incrementado desde la primera encuesta de Kinsey (hace mas de 45 años), aún con la “revolución sexual“ y la gran aceptación de gays y lesbianas. Kinsey mismo acotó que no había mucha diferencia en la actividad homosexual entre los sujetos jóvenes y viejos en edades comparables. Las encuestas fuera de los Estados Unidos son escasas y en menor escala, pero las estimaciones de la homosexualidad reportan porcentajes similares. La orientación homosexual varía de un 4% a un 10% para los hombres y del 2% al 5% para las mujeres, aunque, como ya se mencionó, en los últimos 10 años se han encontrado cifras menores.

En México, en 1989, Rubio encontró en jóvenes universitarios, que alrededor del 6% habían participado en actividad homosexual; De la Peña y Toledo, en entrevistas a población abierta de la Ciudad de México realizadas en 1991, mencionan que el 3.3% de los participantes habían tenido contacto homosexual: 5% de los hombres y 2% de las mujeres; en otro estudio realizado en Baja California en 1992, Peña y Toledo reportan conducta homosexual en el 9% de los hombres y el 5% de las mujeres.

De todas las encuestas anteriores también se han derivado otros datos, y así tenemos que las variables demográficas que más se correlacionan con la orientación homosexual son la religiosidad y el estatus educacional y socioeconómico: menos homosexualidad entre los mas religiosos y más en los niveles de educación mayores.

El estudio de la bisexualidad se presta a controversias. Un bisexual, de acuerdo a la definición dada inicialmente debería sentirse atraído hacia, o ser sexualmente activo con ambos sexos (categorías 2 a 4 de Kinsey). Uno pudiera esperar que los bisexuales fueran mas comunes que los predominantemente o exclusivamente homosexuales pero los que se etiquetaron actualmente como “bisexuales” fueron relativamente pocos, eran adolescentes o adultos jóvenes que evolucionaron hacia cualquier extremo del continuo descrito por Kinsey. Diamond concluye que “las actividades exclusivas o predominantemente homosexuales son mas comunes que las actividades bisexuales”. Las mujeres, mas a menudo que los hombres, se describen como bisexuales y algunas niegan un esquema “lesbiano-bisexual-heterosexual” y mas bien aducen no haber captado adecuadamente su orientación sexual. El reporte Janus en 1993, señala que 22% de hombres adultos en Estados Unidos y 17% de las mujeres refirieron prácticas homosexuales. De este 22% en hombres, 4% se identificó como homosexual y 5% como bisexual. En el caso de las mujeres, 2% se identificaron como homosexuales y 3% como bisexuales. En diversos estudios recientes, de prevalencia de “bisexualidad“ en población general, ésta varía, de 0.5% en 6 ciudades de México en una muestra pequeña (n=683) en 1987 (Izazola,1989) a 6.4% en hombres casados anteriormente y con una pareja hombre en el último año, en Australia.


Causas

Los científicos del siglo XIX se inclinaron hacia una explicación genética de la homosexualidad, y la consideraron también como un estigma de alguna enfermedad degenerativa del sistema nervioso central. Con el avance de la embriología fue revisada la antigua concepción griega de la bisexualidad orgánica y se destacaron las aparentes características hermafroditas del incipiente embrión humano. Las explicaciones psicoanalíticas, que han tenido una extraordinaria influencia, combinaron este concepto de bisexualidad con la teoría del desarrollo basada en factores psicosociales. El punto de vista de Freud fué que había una bisexualidad psíquica normal, apoyada en la predisposición biológica, en todos los seres humanos y que todas las personas pasaban por una fase homoerótica en la infancia en el transcurso regular del desarrollo. Según este punto de vista, si la homosexualidad se manifestaba mas tarde, ello sería debido a una detención del desarrollo normal o a una regresión como resultado de la angustia de castración movilizada por las relaciones familiares patológicas. Además, incluso si el desarrollo transcurría normalmente, algunos vestigios de la fase homoerótica podían permanecer como aspectos perennes de la personalidad. Estas tendencias homosexuales latentes son universales-creyó Freud- y se reflejan en los sublimados patrones de afecto hacia miembros del mismo sexo o en las tendencias pasivas de los hombres y en las tendencias agresivas de las mujeres.

Un punto de vista mas actual, defendido por Bieber y otros (1962), rechaza la teoría de la bisexualidad física y argumenta que la heterosexualidad es la norma biológica de los mamíferos, incluida la especie humana, por lo que el desarrollo de la homosexualidad sería siempre una consecuencia patológica de miedos a la función heterosexual, generados a partir de experiencias vitales desfavorables. Por tanto, en contraste con la teoría freudiana que postula una homosexualidad latente en todos los heterosexuales, la hipótesis de Bieber es que “todos los homosexuales son heterosexuales latentes”.

El reconocimiento de la orientación homosexual puede ocurrir en edades tempranas. Al final de la adolescencia, la mayoría de los hombres que llegan a ser homosexuales reconocen su orientación. En las mujeres este autoreconocimiento, es más tardío. Los datos acerca de la sexualidad temprana provienen de encuestas a adultos acerca de sus sentimientos sexuales en la infancia por lo que están sujetos a distorsión retrospectiva. Las investigaciones con entrevistas a niños sobre su sexualidad son muy raras; sin embargo, ha sido encontrada una liga entre la orientación sexual del adulto y conductas de género atípicas en la infancia, a menudo llamadas “no conformidad genérica infantil” (CGN). Estas conductas incluyen preferencia en los varones por los juegos, ropas y juguetes de las niñas y viceversa para las mujeres. Los datos forman parte del criterio diagnóstico para Trastorno de Identidad de Género en la Infancia en la clasificación de la American Psychiatric Association, pero este diagnóstico sólo debe hacerse en presencia de estrés intenso y persistente ocasionado por el repudio reiterado de sus estructuras anatómicas femeninas o masculinas, lo cual es raro en niños con evidentes síntomas de CGN.

Las investigaciones en niños con síntomas de CGN han demostrado consistentemente que estos síntomas son mas predictivos de homosexualidad masculina que de la femenina. Zucker y cols. han consignado que los niños que son conductualmente femeninos también son físicamente característicos: mas “atractivos”, ” guapos” y “monos”. Una revisión hecha por Pillard acerca de estos comportamientos en la infancia muestra que las mujeres y los hombres homosexuales fueron genéricamente atípicos comparados con los heterosexuales.

Es posible que la orientación sexual definida sea preformada en la infancia temprana por la conformación o no conformación genéricas y se establezca durante la adolescencia y la vida adulta temprana con pocos cambios. Esto nos explica porqué la corriente que enfatiza los eventos medioambientales durante las fases de latencia, adolescencia o vida adulta en el desarrollo de la orientación sexual, no tiene bases a menos que sus defensores puedan explicar el porqué los individuos homo y heterosexuales difieren tan profundamente en sus conductas y aún en su fisonomía desde sus edades mas tempranas. Obviamente, esta conclusión no significa que las experiencias en la infancia tardía y la adolescencia asi como la vida familiar y el ambiente social en general, sean menos importantes.

Distinguidos sexólogos durante los últimos 100 años han pensado que la orientación sexual tiene bases biológicas o genéticas. Las investigaciones se han centrado en genes cuyo papel sería el de influir en la orientación sexual, mas que determinarla. En la búsqueda de esos genes se han tomado dos caminos principales: estudios de gemelos y familias, y análisis de “linkage” en el ADN. Ellis en 1922 reportó familiares homosexuales en mas de un tercio de sus casos de homosexuales varones. Hirschfeld reportó en 1936 el árbol genealógico de una familia con 12 miembros homo o bisexuales (de ambos sexos) entre 21 parientes. Este autor también encontró concordancia para homosexualidad en 6 de 7 pares de gemelos idénticos.

El ser familiar por si solo no determina factores de causalidad, excepto en el sentido negativo de que en ausencia de tendencia familiar, una predisposición genética debería ser la regla. Un estrategia mas poderosa es estudiar parejas de gemelos monocigóticos, dicigóticos, no gemelos y hermanos adoptivos para comparar la concordancia del rasgo en cuestión. Si los genes fueran la única etiología, los gemelos monocigóticos mostrarían una concordancia cercana al 100%; los dicigóticos mostrarían la misma concordancia que los hermanos no gemelos y los hermanos adoptivos no deberían mostrar una concordancia mayor a la de la población en general.

Los estudios de gemelos y árboles familiares parten del principio según el cual los rasgos de base genética se transmiten entre los miembros de la familia. El primer estudio moderno sobre patrones de homosexualidad en familias fué publicado en 1985, por Richard Pillard y James Weinrich, de la Universidad de Boston. Desde entonces han aparecido otros cinco estudios sistemáticos sobre gemelos y hermanos de varones homosexuales y mujeres lesbianas.

Las cifras recogidas para el caso de los varones: aproximadamente el 57% de los gemelos idénticos, el 24% de los gemelos dicigotos y el 13% de los hermanos de varones homosexuales, son también homosexuales. Para las mujeres, aproximadamente el 50% de las gemelas idénticas, el 16% de las gemelas dicigotas y el 13% de las hermanas de lesbianas, son también lesbianas. Cuando se comparan esos datos con las tasas normales de homosexualidad, resulta evidente la existencia en los dos sexos, de un agrupamiento familiar importante en la orientación sexual. En ese contexto J.M. Bailey y sus colaboradores, estiman que la heredabilidad global de la orientación sexual (proporción de varianza debida a los genes), es del 53% para los hombres y del 52% para las mujeres. (El agrupamiento familiar es mas evidente para parientes del mismo sexo, y no tanto para las parejas hombre-mujer). Bailey y Benishey estudiaron 79 mujeres heterosexuales y 84 lesbianas, y al 60% de sus 395 hermanos. En 1993 reportaron que las mujeres lesbianas tuvieron mas hermanas homosexuales que las heterosexuales. (15.4% y 3.5% respectivamente). Las primeras también tuvieron mas hermanos homosexuales, pero sin alcanzar niveles de significancia.

El fenómeno de agregación de la homosexualidad en grupos de hermanos, es de importancia. Puede ser que haya algunas diferencias etiológicas entre los dos géneros ya que las mujeres lesbianas tuvieron mas hermanas lesbianas que hermanos homosexuales, aun cuando la frecuencia de la homosexualidad es menor en mujeres que en hombres. La frecuencia de homosexualidad en los hermanos de los sujetos heterosexuales es cercana a la que muestra la población en general.

Como observamos los resultados de investigaciones con parejas de hermanos sugieren una poderosa influencia genética, pero no suficiente para explicar el total de la varianza en los grupos. Para explicar la varianza se han estimado tres parámetros: la heredabilidad, el medioambiente compartido (ej. los mismos padres, la misma escuela) y el medioambiente no compartido. Se ha demostrado que la mayor parte de la varianza (mas de la mitad para ambos sexos) se explica por heredabilidad. Sorprendentemente la variable de medioambiente compartido explica casi nada de la varianza. El que un rasgo sea heredable no quiere decir que no esté sujeto a cambios por la variación del medioambiente.

Los estudios de familias y gemelos pueden tener sesgos:los sujetos voluntarios pueden ser diferentes de los sujetos elegidos al azar; la sexualidad de los hermanos que no fueron estudiados puede ser diferente de los que si entraron al estudio, ó, los sujetos pueden mentir. Una objeción que merece la atención es que los gemelos monocigóticos son fisicamente muy parecidos -genéticamente idénticos- y sus familiares y amigos tienden a tratarlos mas igualitariamente que a los gemelos dicigóticos y entonces la alta concordancia se debería a la similitud del medioambiente y no al efecto genético, pero esto es muy debatible y difícil de probar; se tendrían que tener gemelos monocigóticos que vivieran separados y que fuesen homosexuales. El estudio de gemelos en Minnesota llevado a cabo por Eckert y col. reportó en 1986 el caso de dos pares de gemelos monocigóticos con las características ya mencionadas; uno de los pares presentó una conducta homosexual muy parecida y el otro tenía un gemelo que era homosexual y su co-gemelo estaba casado y se etiquetaba como heterosexual pero tenía experiencias homosexuales que eran más que casuales. También estudiaron a 4 pares de gemelas pero ellas no mostraron concordancia. Whitam y cols. en 1993 reportaron el estudio de dos pares de gemelos varones en que uno fué concordante y el otro discordante. A pesar de que el número de gemelos estudiados es bajo, los datos de los gemelos monocigóticos criados por separado no contradicen los de los gemelos criados juntos(por lo menos en los hombres), lo cual sugiere nuevamente que los efectos del medioambiente compartido juegan un papel muy pobre en la determinación de la orientación sexual.

Otras estrategias para identificar un componente genético en la orientación sexual incluyen los estudios de medios hermanos ó hermanos adoptados inmediatamente después de nacidos, pero estos estudios no se han llevado a cabo. Sin embargo una línea promisoria de investigación es el “linkage” genético. El “linkage” es sencillamente la asociación de una característica fenotípica, como sería en este caso la orientación sexual, con un marcador genético polimórfico. Un marcador es un despliegue de DNA en un lugar conocido y en un cromosoma específico. “Polimórfico” se refiere a que el marcador consiste en secuencias de DNA que difieren de persona a persona. Obviamente si el marcador fuera uniforme en cada uno, el mismo genotipo no podría correlacionarse con diferentes fenotipos.

Hay ahora como 4000 marcadores de DNA pero el genoma humano es tan vasto que encontrar un marcador ligado, es una tarea frustrante. Hamer y cols. advirtieron que algunos hombres gay tenían otros familiares gay relacionados a través de su línea materna; por ejemplo, un tío o primo maternos gays. Pensaron que el patrón de transmisión en sus familias pudiera deberse a un gen en el cromosoma X, ligado al sexo. Los rasgos ligados al sexo son bien conocidos por los genetistas; son transmitidos por la madre y expresados en la mitad de sus hijos varones, un ejemplo clásico es la hemofilia A. El equipo de Hamer seleccionó 40 pares de hermanos homosexuales en los cuales ellos pudieran identificar por lo menos otro familiar homosexual. Las muestras de DNA fueron tipificadas para 22 marcadores encontrados a todo los largo del cromosoma X. Fueron identificados 5 marcadores en el extremo del brazo largo del cromosoma X, la región Xq28, la cual fue similar para 33 de los 40 pares de hermanos. Desde el punto de vista estadístico esto es altamente significativo. Al reproducir su estudio estos investigadores identificaron la primer liga genética de un rasgo de conducta complejo.

Este descubimiento ha dejado muchas preguntas. Primero, que el estudio debe ser replicado en forma independiente. Segundo, el “linkage” a un marcador no identifica el gen o genes que se presume estan involucrados en el proceso de desarrollo de la orientación sexual. La región de “linkage” parece ser de 5 ó mas unidades a lo largo; debería, por tanto, contener millones de pares de bases que codifican docenas o cientos de genes. El gen en cuestión esta presumiblemente expresado en el cerebro pero encontrarlo y estudiarlo requerirá de mayor esfuerzo. Debe notarse que el estudio de Hamer utilizó sujetos en los que había la probabilidad prestablecida de una liga con el cromosoma X. Pudiera haber otros genes que estuvieran implicados en la determinación de la orientación sexual.

Otra importante área de investigación son la medición de los niveles de hormonas sexuales y su farmacodinamia. Desde 1971, cuando acababan de desarrollarse las técnicas de radioinmunoensayo Kolodny y cols. publican un estudio mostrando que los hombres heterosexuales tenían niveles mas altos de hormona testosterona circulante que los hombres homosexuales, y que los niveles disminuían progresivamente a medida que se avanzaba en el espectrum de Kinsey para la orientación sexual del 0 al 6. Los varones homosexuales también tenían eyaculaciones bajas en esperma. Otro estudió reveló altos niveles de hormona luteinizante circulante. Estos hallazgos, sin embargo, no han sido replicados en forma consistente.

Estudios de los niveles de gonadotropinas plasmáticas, estrógenos (en hombres), prolactina, hormona luteinizante, testosterona y hormona folículo-estimulante han mostrado gran variabilidad entre los diferentes individuos, y en el mismo individuo en diferentes tiempos. La importancia de los niveles de hormonas esteroideas sexuales en sangre esta menos en relación con su posible efecto sobre la sexualidad del adulto que en la importancia de lo que esos niveles pudieron haber representado en la vida temprana. Por ejemplo, administrar testosterona a adultos sanos ó por el contrario, bloquear la acción de esta hormona, no tiene efecto sobre la naturaleza de las respuestas eróticas, sin embargo, la testosterona exógena puede causar un pequeño y temporal aumento de la libido, mientras el bloqueo de testosterona, la llamada “castración química”, disminuye la libido. Ninguno de estos tratamientos cambia la naturaleza o dirección del deseo sexual.

Queda la posibilidad de que los niveles de hormonas esteroideas sexuales durante la gestación o en la infancia temprana puedan afectar la orientación sexual del adulto. Nadie se ha acercado a la respuesta tomando muestras sanguíneas de recién nacidos para el análisis hormonal, ni tendria caso hacerlo, debido a la distancia de tantos años entre dicho análisis y la determinación de la orientación sexual madura.

Otra área de investigación que debe revisarse estriba en las diferencias de la estructura cerebral entre las personas homo y heterosexuales. En 1978, Gorski y cols. identificaron un núcleo sexualmente dimórfico en el área preóptica del hipotálamo de la rata (SDN-POA), el cual era mas grande y con mas células en las ratas machos que en las hembras. La función precisa de este núcleo es todavía desconocida pero parece estar relacionada con el sexo por su riqueza en receptores para estrógenos y andrógenos. Los seres humanos no tiene un SDN-POA pero tienen una cadena de 4 pequeños núcleos en el hipotálamo anterior, de funciones desconocidas, llamados núcleos intersticiales del hipotálamo anterior (INAH) numerados del 1 al 4. Allen, un colega de Gorski y sus colaboradores reportaron en 1989 que dos de estos núcleos, el INAH2 y el INAH3, fueron mas grandes en hombres que en mujeres.

El neuroanatomista LeVay decidió medir el tamaño de estos 4 núcleos en un grupo de mujeres, de hombres heterosexuales y hombres homosexuales, pensando que un núcleo dimórficamente genérico en una región cerebral que estuviese dotada de receptores para hormonas esteroideas sexuales, era un buen lugar para investigar. Debido a que estos núcleos no son mas grandes que la cabeza de un alfiler, no pueden ser visualizados por procedimientos en vivo; por tanto, LeVay utilizó cerebros obtenidos en autopsias de rutina. Preparó cortes de cerebro de 6 mujeres, 16 hombres presumiblemente heterosexuales que murieron de diversas causas y de 19 hombres homosexuales que murieron de SIDA. LeVay no pudo replicar los hallazgos de Allen de un INAH2 de mayor tamaño en hombres que en mujeres, pero esto no tiene mucha significancia debido al bajo número de mujeres. Igual que Allen, encontró dimorfismo sexual en el INAH3 pero tal vez el hallazgo mas importante fué la diferencia entre los hombres homo y heterosexuales, ya que en los primeros el volumen y el número de células fué tan escasa en este núcleo como en el de las mujeres. Le Vay concluyó que el INAH3 es dimórfico con respecto a la orientación sexual, por lo menos en los hombres. La posibilidad de que el virus del SIDA de alguna manera afecte el tamaño del INAH3 parece remota ya que los hombres heterosexuales que murieron de SIDA tenían el volumen nuclear tan grande como el de los hombres heterosexuales que murieron de otras causas.

Swaab y Hoffman encontraron que el núcleo supraquiasmático del cerebro fué mayor en hombres homosexuales. Allen y Gorski aportaron otras características del cerebro relacionadas con la inclinación sexual. Vieron que la comisura anterior, fascículo de fibras que cruza la línea media del cerebro, es pequeña en los varones heterosexuales y mayor en las mujeres, de tamaño equiparable a la de los varones homosexuales. Estas diferencias morfológicas en la cantidad de conexiones, sugieren diferentes capacidades para realizar tareas cognitivas que dependen de la transmisión de información hemisférica. Aunque estas diferencias son pequeñas y no han sido demostradas en forma consistente, los hallazgos aumentan la posibilidad de que la orientación sexual pueda ser un fenómeno de mayor profundidad, no limitado a la atracción sexual.

Las correlaciones entre orientación sexual y estructura cerebral tiene tres posibilidades lógicas. Primera: las diferencias estructurales estan presentes desde un principio, quiza incluso antes del nacimiento, lo que contribuiría a establecer la orientación sexual del varón. Segunda: las diferencias se producen en la madurez, como resultado de las inclinaciones sexuales del varón o de su comportamiento. Tercera: aunque no existe relación causal, ambas (orientación sexual y estructura cerebral) se hallan vinculadas a una tercera variable, como podría ser determinado episodio de la vida perinatal. No se disponen datos suficientes para asegurar alguna de las tres posibilidades, sin embargo, la investigación en animales permite asegurar la improbabilidad de la segunda. En ratas, por ejemplo, el grupo de células sexualmente dimórficas del área preóptica medial, manifiesta cierta plasticidad en su respuesta a los andrógenos durante las primeras fases del desarrollo del cerebro, pero mas tarde se torna muy resistente al cambio.


El mundo homosexual

Al igual que la heterosexualidad, la homosexualidad abarca mas cosas que la simple dirección de las propias preferencias sexuales. Por ejemplo, el grado en que una persona se interesa por los temas sexuales, la frecuencia con que busca el contacto sexual y el número de compañeros sexuales que tenga durante un determinado lapso. Las dimensiones de la homosexualidad que no son exactamente comparables con la experiencia heterosexual, o ni siquiera se presentan en esta última, incluyen otros temas, como el grado en que a un sujeto le pesa el ser homosexual y la medida en que la homosexualidad es manifiesta (es decir, cuántas y qué personas conocen la homosexualidad del sujeto).

La mayoría de los heterosexuales, poco familiarizados con homosexuales adultos, suelen creer que todos los homosexuales-independientemente de su sexo, raza, edad o estatus socioeconómico- afrontan su homosexualidad de una misma forma. No se puede afirmar que exista un estilo de vida homosexual en el que pudiera ubicarse a la mayoría de gays y lesbianas y sus hábitos cotidianos. Esto no debe sorprender puesto que hay homosexuales que los son de por vida y otros que sólo son exclusivamente homosexuales durante unos años.También hay muchos homosexuales “clandestinos” que tratan de pasar como individuos heterosexuales en la vida cotidiana (entre ellos, los muchos que estan unidos en matrimonio con una pareja heterosexual) y otros que pregonan sin rodeos, su condición de homosexuales. Hay individuos homosexuales que son activistas y los hay que albergan ideas conservadoras o conformistas; otros, mantienen uniones afectivas con un compañero a lo largo de toda la vida, en tanto que ciertos homosexuales prefieren mantener la independencia y adoptan una actitud mas proclive a la sexualidad accidental.

En las grandes áreas metropolitanas de países desarrollados, la comunidad gay constituye una entidad local completa con sus lugares de encuentro a efectos de relación social o sexual (bares, baños), comercios así como iglesias, hospitales y grupos de recreo para homosexuales. En otras zonas no existe una colectividad homosexual organizada, y los contactos sexuales tienen lugar de forma apresurada, en baños públicos, parques y bares de alterne.

En otros tiempos se obligaba a los homosexuales a visitar únicamente bares apropiados o a buscar un compañero sexual en zonas acotadas al efecto, pero en la actualidad hay cada vez una mayor cantidad de organizaciones homosexuales que facilitan nuevos lugares de encuentro sin necesidad de someterlos al estigma de “hacer la ronda”. Algunas ciudades en los Estados Unidos cuentan con docenas de entidades de apoyo para médicos, abogados maestros y padres homosexuales (un buen número de homosexuales tienen hijos en matrimonio heterosexual). Otras organizaciones se proponen facilitar servicios varios de asesoramiento, que van desde la guía religiosa hasta las recomendaciones o ayuda en materia de alimentación y obtención de cuidados médicos no discriminatorios. En muchos colegios y recintos universitarios, los homosexuales se han unido para facilitar ayuda a los suyos y para hacer valer sus derechos. Periódicos y revistas de tendencia homosexual, distribuídos a escala regional o nacional, facilitan información suplementaria sobre la subcultura homosexual en los Estados Unidos, y llevan también anuncios por palabras que propician los contactos con fines sexuales.

LA PSIQUIATRIA Y LA HOMOSEXUALIDAD
El movimiento de liberación gay ha hecho énfasis en la importancia de la autoaceptación, la autoestima y la difusión de información, lo cual ha cambiado los sentimientos y pensamientos de mucha gente gay. El darse a conocer como homosexual ha sido uno de los grandes resultados de la liberación lesbiana y gay. Cientos de miles de hombres gay y lesbianas han roto las barreras de la culpa y la clandestinidad, lo que es considerado por muchos como una señal de salud en la población homosexual. El vivir esta situación en secreto conlleva un alto costo en las áreas psicológica, social, espiritual e incluso, física. Cuando una persona gay comienza el riesgoso proceso de “darse a conocer”, él o ella, inician un camino de aceptación, realización y crecimiento.

En forma similar, las repercusiones en los miembros de la familia son como sacudidas. Cuando un amado y respetado miembro de la familia anuncia su homosexualidad también la familia inicia el penoso proceso de reconocerlo. La familia se siente retada a reevaluar sus ideas acerca de la homosexualidad cuando ésta se da en uno de sus miembros.

Los terapeutas generalmente entienden los riesgos, sufrimientos, angustias y miedos que los homosexuales experimientan en este tipo de procesos. Estas emociones humanas son luchas internas en los miembros de la familia, especialmente madres y padres, que intentan enfrentar el reto de tratar con un hijo homosexual. Algunos atraviesan este difícil trance con amor, entendimiento y eventual aceptación; otros son rechazados y ofendidos, frecuentemente culpándose a sí mismos de haber abierto heridas que pueden tomar años sanar y algunas de las cuales nunca cerraran.

En tanto mas gays se den a conocer, más familias empezaran a encarar el hecho de tener un homosexual entre ellos. Gracias a esto muchos terapeutas estan teniendo la oportunidad de proporcionar consuelo a los homosexuales y a sus familias. Mattison y cols. proponen 3 puntos principales a considerar para lograr la aceptación:

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  1. Romper con las imágenes e ideas estereotipadas acerca de los hombres y las mujeres homosexuales: “mi hijo no tiene ninguna característica afeminada y pensaba que todos los gays eran amanerados, quizá él no sea gay”; ”nuestra hija siempre salió con muchachos en la secundaria ¿qué pasó con ella?”; “¿podrá nuestra hija todavía tener una carrera exitosa?, ¿podrá mantener su trabajo?”; “siempre oí que los hombres gay no pueden mantener una larga relación, porque son sexualmente promiscuos, ¿es verdad?”.
  2. Lidiar con las actitudes antihomosexuales incluyendo la homofobia, los prejuicios, la ignorancia y las presiones sociales.
  3. El proceso de darse a conocer.

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En este último proceso Mattison y Cols. distinguen 5 pasos:

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  1. Reconocerse como homosexual.
  2. Revelarse a otros.
  3. Socializar con otros homosexuales.
  4. Autoidentificación positiva.
  5. Integración y aceptación.

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El terapeuta debe saber que estos pasos no son necesariamente progresivos y que el darse a conocer no es algo que ocurra en un momento.

Si el terapeuta considera que la homosexualidad es una forma de psicopatología, no podrá ayudar a estas personas ni a sus familias. Los clínicos que trabajen con homosexuales y sus familias deberan sentirse inclinados positivamente hacia la homosexualidad y poseer un extenso conocimiento de los recursos y estilos de vida de la comunidades gay y lesbiana. Deberá tener claros sus mitos y sus creencias incorrectas acerca de la intimidad y la satisfacción encontradas en las relaciones homosexuales.

Tanto la homosexualidad como la heterosexualidad dan origen a múltiples estilos de vida. Las investigaciones futuras quizá lleguen a probar que estos índices son mucho mas importantes para entender la situación de una persona que la orientación sexual por sí sola. Gebhard escribe: ”mientras los hombres y las mujeres homosexuales igual que otros grupos de personas que son considerados diferentes de la mayoría, sigan siendo vistos a través de ideas estereotipadas, nuestra sociedad pagará el precio que necesariamente engendra el miedo y la ignorancia”.

Referencia: Rubio E. y Díaz M. J. (1997) PAC PSIQUIATRÍA-1 Manejo clínico de la problemática sexual. A3. Intersistemas. México 1997.